Zaragoza es una de las grandes ciudades de España que aún conserva el encanto de lo poco descubierto. A orillas del Ebro y con más de 2.000 años de historia, ofrece una mezcla perfecta de monumentos, cultura, tapeo y hospitalidad que la convierten en un destino ideal para una escapada de fin de semana.

Pero antes de comenzar, te recomendamos que te desprendas de las maletas o mochilas para que puedas disfrutar de la ciudad sin cargas, guardándolas en la primera consigna de equipaje en Zaragoza, situada en pleno centro de la ciudad (al lado del Pilar y de la zona de tapeo) y con las máximas garantías de seguridad.

A continuación, te mostramos los 10 lugares más bonitos que puedes visitar en Zaragoza:

1. La arquitectura mudéjar: una sinfonía de ladrillos, cerámica y luz

Zaragoza guarda entre sus calles una de las manifestaciones más genuinas de la fusión cultural: la arquitectura mudéjar. Tres monumentos esenciales —La Seo, San Pablo y la Aljafería— fueron reconocidos por la UNESCO como Patrimonio Mundial. Cada uno representa un diálogo de siglos entre culturas, religiones y estilos.

La Catedral del Salvador, más conocida como La Seo, es un museo de arquitectura en sí misma. En su ubicación ya estuvo el foro romano de Caesaraugusta, y más tarde la mezquita mayor de la ciudad musulmana. La historia se acumula en sus muros, donde cohabitan estilos góticos, renacentistas y barrocos. Pero lo que verdaderamente asombra es su Parroquieta, un muro exterior del siglo XIV cubierto por una filigrana de ladrillo y cerámica vidriada. Las formas geométricas, los lazos entrelazados y las cenefas de vivos colores forman un poema visual que habla de artesanos mudéjares que supieron combinar el legado islámico con la espiritualidad cristiana.

El Palacio de la Aljafería es un castillo de cuentos en pleno corazón de la ciudad. Construido en el siglo XI por los reyes de la taifa de Zaragoza, su arquitectura islámica se convirtió más tarde en un palacio cristiano y, más adelante, en sede de las Cortes de Aragón. En su interior, los arcos lobulados, los techos artesonados y los jardines evocan una época de esplendor. El Salón del Trono, decorado con maderas doradas y policromadas, muestra cómo el arte puede ser el reflejo de una convivencia entre civilizaciones.

Por su parte, la iglesia de San Pablo, considerada la “tercera catedral” de Zaragoza, sorprende por su torre octogonal, decorada con cerámica vidriada y motivos geométricos que brillan bajo el sol aragonés. En su interior se encuentra el monumental retablo mayor, obra del escultor renacentista Damián Forment, una sinfonía de madera tallada y dorada que representa escenas bíblicas con exquisito detalle. Este conjunto mudéjar, único en Europa, nos recuerda que Zaragoza fue —y es— un cruce de caminos y culturas.

Detalle de arquitectura mudéjar en Zaragoza Patrimonio mudéjar en Zaragoza – La Seo, San Pablo y Aljafería

2. Basílica del Pilar: espiritualidad y arte a orillas del Ebro

No hay imagen más emblemática de Zaragoza que la de la Basílica del Pilar reflejada en las aguas del Ebro. Este templo, considerado uno de los mayores exponentes del barroco en España, es mucho más que un lugar de culto: es el corazón emocional de la ciudad.

Según la tradición cristiana, fue aquí donde la Virgen María se apareció al apóstol Santiago en carne mortal en el año 40 d.C., apoyada sobre una columna de mármol que hoy se conserva bajo un camarín adornado de devoción. Desde aquella “venida”, se han sucedido templos mozárabes, románicos y mudéjares, hasta llegar a la imponente basílica actual, que comenzó a construirse en el siglo XVII.

El visitante no solo puede admirar la historia que encierran sus muros, sino también dejarse maravillar por su interior artístico. Goya dejó su huella con frescos como la Regina Martyrum o la Adoración del Nombre de Dios. La bóveda, el retablo mayor de alabastro y las capillas laterales muestran la riqueza del templo. Y desde el ascensor panorámico que lleva a una de sus torres, la vista de Zaragoza se convierte en una experiencia 360º.

La plaza que se extiende frente a la basílica es un lugar de encuentro para zaragozanos y visitantes, animada a todas horas y escenario de conciertos, actos religiosos y momentos cotidianos. Desde aquí se obtienen las mejores fotografías del conjunto monumental, con el Puente de Piedra en primer plano y las torres del Pilar alzándose como custodios del tiempo. Es imposible no detenerse, mirar al cielo y entender por qué este lugar emociona.

Basílica del Pilar vista desde el río Ebro Basílica del Pilar reflejada en el Ebro – Icono de Zaragoza

3. La Lonja: el renacimiento de la palabra y el comercio

Frente a la Basílica, como si la ciudad hubiese querido equilibrar lo espiritual con lo terrenal, se alza La Lonja. Esta construcción del siglo XVI fue el lugar donde los mercaderes zaragozanos tejían negocios, acuerdos y sueños en tiempos en los que el comercio era sinónimo de poder.

El edificio, de estilo plenamente renacentista, se construyó en ladrillo, pero con una elegancia inspirada en los palacios italianos. Su gran sala interior, iluminada por la luz natural que atraviesa ventanales altos, está cubierta por bóvedas de crucería estrellada que parecen suspendidas en el aire. Hoy, La Lonja es un espacio de exposiciones artísticas, pero conserva intacto el poder simbólico del lugar.

En su fachada más cercana al río, una escultura recuerda al entrañable Ángel Cordero Gracia, fotógrafo minutero que inmortalizó a generaciones de niños zaragozanos sobre un caballito de cartón. Su legado forma parte de la memoria visual de la ciudad. Y como anécdota, en la plaza frente a La Lonja es frecuente ver a artistas callejeros pintando, tocando el violín o simplemente interpretando la vida cotidiana.

Visitar La Lonja es adentrarse en una Zaragoza próspera, mercantil y culta. El contraste entre su sobriedad exterior y la luminosidad interior convierte la visita en una grata sorpresa. Una joya que muchos turistas descubren por casualidad… y no olvidan.

Interior de La Lonja de Zaragoza La Lonja – Centro de arte y antigua sede mercantil

4. Ruta de Caesaraugusta: una ciudad bajo tus pies

Pocas ciudades pueden presumir de caminar sobre una colonia romana. Zaragoza, fundada como Caesaraugusta en honor al emperador Augusto, conserva un valioso legado subterráneo que invita a viajar en el tiempo.

Cuatro museos arqueológicos permiten al visitante imaginar la vida en aquella ciudad del siglo I. El Museo del Foro, epicentro de la vida pública, conserva restos de templos, mercados y plazas. El Museo del Puerto Fluvial revela que el Ebro era navegable y que Zaragoza fue un nodo comercial de primer orden. Las Termas Públicas evocan los rituales de higiene, conversación y vida social de la élite romana. Y el Teatro, con capacidad para más de 6.000 personas, sigue siendo el mayor descubierto hasta hoy en España.

Una visita a Caesaraugusta no solo es una lección de historia: es una experiencia sensorial. Piedra, luz tenue, reconstrucciones virtuales y silencio que evoca siglos de vida bajo nuestros pies. El trazado urbano de Zaragoza todavía respeta, en muchos casos, el antiguo diseño romano. Pasear por la ciudad es, en parte, recorrer los mismos caminos que hace más de 2.000 años.

Estos vestigios permiten al visitante entender cómo Zaragoza se convirtió en una urbe avanzada, conectada al Imperio y con una estructura urbana digna de una capital. Además, el acceso a los museos es sencillo, económico y bien adaptado para todos los públicos, con recursos audiovisuales y recreaciones que enriquecen la experiencia.

Museo del Puerto Fluvial de Caesaraugusta Museo del Puerto Fluvial de Caesaraugusta – Zaragoza romana

5. Goya: el genio que pintó el alma de su tiempo

Hablar de Zaragoza es hablar de Francisco de Goya, uno de los pintores más influyentes de todos los tiempos. Aunque nació en la cercana localidad de Fuendetodos, fue en Zaragoza donde se formó, creció como artista y dejó una huella imborrable.

La ciudad permite recorrer los pasos de Goya desde su juventud hasta su madurez creativa. En la Basílica del Pilar, los visitantes pueden contemplar su primer trabajo al fresco, una muestra de cómo ya en su etapa inicial dominaba la técnica, y también su impactante obra Regina Martyrum, un ejemplo de la profundidad emocional de su estilo.

Aunque actualmente se encuentran cerrados temporalmente, tanto el Museo Goya – Colección Ibercaja – Museo Camón Aznar como el Museo de Zaragoza reúnen una de las colecciones más completas del artista. Allí se puede observar su evolución artística a través de retratos, grabados (Los Caprichos, Los Desastres de la Guerra, Tauromaquia) y pinturas que permiten comprender su visión crítica del mundo.

En la Cartuja de Aula Dei, en las afueras de la ciudad, Goya pintó una de sus obras más serenas y espirituales: once escenas de la vida de la Virgen, ejecutadas con óleo sobre muro. La paz del entorno y la delicadeza de las composiciones hacen de este lugar un imprescindible para quienes buscan entender la dimensión más introspectiva del artista. Seguir a Goya en Zaragoza no es solo un recorrido artístico, es entrar en la mente de un visionario que supo captar la belleza, la tragedia y la contradicción de su tiempo.

Sala dedicada a Goya en el museo Camón Aznar Obra de Goya en Zaragoza – Entre tradición y revolución artística

6. Museo Pablo Gargallo: escultura con alma

En pleno casco histórico, el Museo Pablo Gargallo se presenta como un remanso de arte en una de las casas palaciegas más bellas de la ciudad: el Palacio de los Condes de Argillo. Declarado Monumento Nacional, este edificio acoge la obra de uno de los escultores más innovadores del siglo XX.

Pablo Gargallo revolucionó la escultura al introducir el vacío como elemento compositivo. En sus manos, el hierro y el bronce se convirtieron en materia viva. El museo conserva sus obras más emblemáticas, como El Gran Profeta, una escultura que impacta por su fuerza expresiva y su modernidad. También se pueden admirar máscaras, cartones, dibujos y piezas que revelan su proceso creativo.

El patio interior, con su alero de madera decorado con los signos del zodiaco, máscaras y frutas, es por sí solo una obra de arte. Aquí el visitante se sumerge en un universo estético que conecta tradición y vanguardia. Y al salir, en la misma plaza, las esculturas de los atletas olímpicos te despiden como si Gargallo, aún hoy, siguiera modelando el aire de Zaragoza.

El museo ofrece visitas guiadas, actividades escolares y exposiciones temporales que completan el recorrido. Su ubicación céntrica lo convierte en una parada accesible y muy recomendable, incluso para quienes no están familiarizados con la escultura moderna. Es un museo íntimo, humano y sorprendente.

Escultura El Gran Profeta de Pablo Gargallo Museo Pablo Gargallo – Escultura innovadora en el corazón de Zaragoza

7. Tapear en Zaragoza: un arte cotidiano

En Zaragoza, el tapeo no es una costumbre: es una forma de entender la vida. Pasear por sus calles, dejarse llevar por el aroma de una cocina honesta y creativa, detenerse en una barra repleta de delicias… todo eso es parte del alma zaragozana.

El barrio histórico ofrece varias rutas para los amantes del buen comer. La zona de Santa Marta y San Pedro Nolasco, a un paso de la Basílica del Pilar, es un hervidero de terrazas animadas y tapas tradicionales. Allí, el vermú sabe mejor entre piedras centenarias y plazas con encanto. El Tubo, probablemente el rincón más célebre para tapear, reúne bares centenarios donde probar ternasco, torreznos, croquetas caseras y elaboraciones creativas.

La zona de la Magdalena, presidida por su torre mudéjar, invita a perderse entre tabernas especializadas en embutidos, quesos curados y vinos de la tierra. Muy cerca, en la calle Heroísmo, se celebra cada jueves el famoso Juepincho, una fiesta gastronómica popular en la que tapeo y ambiente festivo van de la mano.

Fuera del casco antiguo, zonas como San Miguel – Plaza de los Sitios, Francisco de Vitoria – Paseo Constitución o San Francisco – Pedro Cerbuna ofrecen opciones modernas y sofisticadas. Desde tapas gourmet a raciones familiares, Zaragoza demuestra que comer puede ser un acto cultural, una fiesta o una pausa perfecta para seguir explorando la ciudad.

Bares de tapas en El Tubo de Zaragoza Tapas y gastronomía local en El Tubo – Sabor y tradición

8. Patio de la Infanta: un tesoro recuperado

Oculto tras la fachada moderna de la sede de Ibercaja, se encuentra uno de los patios renacentistas más bellos de Europa: el Patio de la Infanta. Esta joya del siglo XVI, que perteneció a la casa de Gabriel Zaporta, ha vivido una historia digna de novela.

Tras un incendio que arrasó la antigua casa palaciega, el patio fue desmontado y trasladado a París por un anticuario francés. Décadas más tarde, Ibercaja lo recuperó y lo devolvió a su lugar de origen. Desde 1980, se puede visitar y disfrutar en Zaragoza.

Sus columnas anilladas, los frisos tallados con símbolos de amor, astrología, esoterismo y poder, conforman una escenografía fascinante. El visitante siente que ha entrado en un espacio donde el tiempo se detuvo para conservar lo más exquisito del arte renacentista aragonés. Cada detalle, desde los capiteles hasta las ménsulas, revela una iconografía cargada de significados ocultos.

El Patio de la Infanta no solo es un testimonio artístico: es una historia de rescate, memoria y belleza. Además, el espacio acoge exposiciones temporales de arte, ciencia e historia que enriquecen la visita. Un rincón secreto que deja huella en todo aquel que lo descubre.

9. Acuario Fluvial de Zaragoza: el mundo bajo el agua

Ubicado en uno de los pabellones más emblemáticos de la Expo 2008, el Acuario Fluvial de Zaragoza es el mayor acuario de agua dulce de Europa. Un lugar perfecto para visitar en familia y descubrir los secretos de los grandes ríos del mundo.

Su tanque central, con casi dos millones de litros de agua, simboliza el Gran Río Mundo. A su alrededor, cinco grandes ecosistemas reproducen las condiciones del Amazonas, el Nilo, el Mekong, el Murray-Darling y, por supuesto, el Ebro. Más de 5.000 animales habitan este espacio, entre ellos especies sorprendentes como arapaimas de casi cuatro metros, cocodrilos, tiburones de agua dulce, nutrias, titís y ranas venenosas.

El acuario no solo impacta por su tamaño, sino también por su vocación educativa y medioambiental. A lo largo del recorrido se incluyen paneles interactivos, proyecciones, actividades escolares y exposiciones temáticas. Además, el diseño del edificio permite que la luz natural y la arquitectura acompañen la experiencia como si de un viaje real por los ríos del mundo se tratara.

También se pueden organizar bautizos de buceo, snorkel o visitas guiadas para cumpleaños y eventos familiares. La torre acristalada que lo corona se ilumina al anochecer, convirtiéndose en un faro simbólico de la Zaragoza más moderna, abierta al conocimiento, la biodiversidad y la sostenibilidad.

Interior del Acuario Fluvial de Zaragoza Acuario Fluvial – Viaje entre los grandes ríos del mundo

10. Parque Grande José Antonio Labordeta: naturaleza con historia

Cerramos este viaje por Zaragoza en uno de sus lugares más queridos: el Parque Grande José Antonio Labordeta, popularmente conocido como Parque Grande. Inaugurado en 1929, este inmenso pulmón verde de 27 hectáreas combina naturaleza, arte, deporte y memoria colectiva.

Desde su entrada principal, el Puente de los Cantautores, se accede a la Avenida de San Sebastián, flanqueada por fuentes, esculturas y jardines que recuerdan a Versalles. En lo alto, las cascadas del Cabezo de Buenavista coronan la colina con la imponente estatua de Alfonso I el Batallador y vistas inmejorables de la ciudad.

El parque es un refugio para todos. Aquí se puede pasear entre pinos, recorrer la Avenida de los Bearneses, visitar el Jardín Botánico o disfrutar del estanque de los patos con los más pequeños. El Quiosco de la Música, joya del modernismo, recuerda los tiempos de la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Y en los alrededores del Rincón de Goya, músicos, estudiantes y familias conviven en un ambiente de libertad y alegría.

No faltan zonas para hacer deporte, circuitos para correr, patinar o practicar street workout. También hay un laberinto vegetal y dos casas típicas aragonesas traídas desde el Pirineo y Albarracín. El Parque Grande no es solo un parque. Es un espacio vital que resume la identidad de Zaragoza: abierta, diversa, serena y siempre dispuesta a acoger a quien se detiene a disfrutarla.

Vista del Parque Grande José Antonio Labordeta Parque Grande – Naturaleza y cultura al aire libre

Zaragoza es una ciudad que sorprende por su riqueza patrimonial, su cercanía y su autenticidad. En solo un fin de semana puedes viajar del pasado romano al arte contemporáneo, del barroco monumental a la vanguardia escultórica, del tapeo tradicional a la biodiversidad del Acuario Fluvial. Todo ello con un ambiente acogedor que invita a recorrerla sin prisas y con los cinco sentidos.

Ya sea tu primera vez en Zaragoza o una escapada para redescubrirla, esta ciudad tiene la capacidad de quedarse grabada en la memoria. Su tamaño, su historia, su gastronomía y su conexión humana la convierten en una de las grandes capitales culturales del interior de España.

Mapa de localización de los puntos de interés en Zaragoza

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